Por: Axen (Espectros Dadaístas)
Sinopsis:
En su novela “El Extranjero” Albert Camus
describe en forma muy detallada la carencia de valores del mundo contemporáneo
como consecuencia de la frustración y la desesperanza en la que Europa quedó
sumergida después de la guerra. Meursault, el protagonista refleja la
filosofía del absurdo, la sensación de alienación, de desencanto frente a la
vida. El aburrimiento, la cotidianidad lo van haciendo insensible, indiferente
y hasta casi despiadado. La novela tiene como referencia
omnipresente a Meursault, su protagonista, a quien una serie decircunstancias conduce a cometer un crimen aparentemente inmotivado: su muerte en el patíbulo no tendrá más sentido que su vida, corroida por la cotidianidad y gobernada por fuerzas anónimas que, al despojar a los hombres de la condición de sujetos autónomos, les eximen también de responsabilidad y de culpa.
Reseña:
Los hechos se suceden en Argel. El protagonista,
Meursault recibe un telegrama en el que se le informa que su madre ha
fallecido. Debe partir hacia Marengo, donde se encuentra el asilo de ancianos,
lugar en el que se hallaba su madre. Pide permiso a su patrón y emprende el
viaje.
Una vez en el asilo, él esta abstraído en sus preocupaciones, se niega a ver el cuerpo de su madre y realiza reflexiones que demuestran su indiferencia ante un hecho de tanta importancia. En lugar de llorar a su madre, de expresarle su dolor, conversa con el conserje, de Paris. Fuma, se mantiene distante con los amigos de su madre que vienen a participar del velorio, le molesta el llanto de una de las mujeres… Se duerme. El entierro le resulta pesado, tortuoso por el calor de la jornada. Una vez concluido regresa a Argel con alegría pensando solamente en dormir. Nada hubo en él que expresara aflicción, pesar. Había muerto su madre, sin embargo, todo fue un trámite.
Una vez en el asilo, él esta abstraído en sus preocupaciones, se niega a ver el cuerpo de su madre y realiza reflexiones que demuestran su indiferencia ante un hecho de tanta importancia. En lugar de llorar a su madre, de expresarle su dolor, conversa con el conserje, de Paris. Fuma, se mantiene distante con los amigos de su madre que vienen a participar del velorio, le molesta el llanto de una de las mujeres… Se duerme. El entierro le resulta pesado, tortuoso por el calor de la jornada. Una vez concluido regresa a Argel con alegría pensando solamente en dormir. Nada hubo en él que expresara aflicción, pesar. Había muerto su madre, sin embargo, todo fue un trámite.
entender como “hombre del tercer
milenio”, es decir, una persona apática, solitaria, resignada ante la vida,
carente de emociones y de valores, hasta el punto de ser incapaz de distinguir
el bien y el mal.
Estamos ante una obra existencialista, que plantea tantas cuestiones sobre la identidad y sobre la idiosincrasia del ser humano que es una poderosa fuente de reflexiones para el lector.
Narrada en primera persona, El Extranjero cuenta la historia de un oficinista afincado en Argel que comete un absurdo crimen sin motivación alguna. Lo más inquietante de esta novela es que, a pesar de estar relatada por el propio protagonista (que responde al nombre de Meursault), está inundada por un tono frío (más bien gélido), neutro, sin implicación social o emocional de ningún tipo. Bajo esta perspectiva de frialdad, Camus conduce al protagonista a una sensación constante de monotonía e indiferencia que salpica a sus circunstancias exteriores, hasta el punto de matar a un árabe “porque se lo han dicho”.
Estamos ante una obra existencialista, que plantea tantas cuestiones sobre la identidad y sobre la idiosincrasia del ser humano que es una poderosa fuente de reflexiones para el lector.
Narrada en primera persona, El Extranjero cuenta la historia de un oficinista afincado en Argel que comete un absurdo crimen sin motivación alguna. Lo más inquietante de esta novela es que, a pesar de estar relatada por el propio protagonista (que responde al nombre de Meursault), está inundada por un tono frío (más bien gélido), neutro, sin implicación social o emocional de ningún tipo. Bajo esta perspectiva de frialdad, Camus conduce al protagonista a una sensación constante de monotonía e indiferencia que salpica a sus circunstancias exteriores, hasta el punto de matar a un árabe “porque se lo han dicho”.
El final del libro supone la imposición de la insensibilidad, del desamor y de
la indiferencia. Una culminación auténticamente pesimista y desencantada,
como advertencia de la nueva generación social
que puede que no esté tan lejana, una nueva generación de seres alienados y
distantes, vacíos y deshumanizados. Un alegato en contra de la
degeneración humana, del despropósito de dar prioridad a otras cuestiones antes
que la emocional y un canto en contra de la falta de valores. Por ello, se
trata de una novela densa y riquísima en contenidos a pesar de su ajustada
extensión, una reflexión imprescindible la que nos brinda Albert Camus para
entender al ser humano. Una obra maestra a la que el paso del tiempo no
merma, por su calidad literaria y porque llega hasta “adentro” del lector.
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